Un tanto más acertado estuvo el pitcheo abridor, si bien el de relevo ha sido la nota problemática en las recientes salidas de los Elefantes. /Foto: Aslam Castellón
Si bien desde la nómina y los pronósticos los Cocodrilos de Matanzas lucían como un rival muy superior a los Elefantes, el terreno los confirmó, más que asequible, como un oponente al cual se le pudieron quitar, no una, sino las tres definiciones. Sin embargo, del dicho al box score el trecho fue enorme y para los nuestros el compromiso terminó en saldo tan rojo como la chamarra del visitador.
Ganando 4×1 en el cuarto episodio, los paquidermos finalmente cedieron 7×5 en el desafío del lunes. Casi corren igual suerte el martes cuando, otra vez con ventaja de 5×2 en el quinto, los matanceros empataron y se fueron arriba hasta que, ya en el octavo, los locales consiguieron las tres necesarias para el 8×6 de cierre. El miércoles aconteció similar: a pesar de marcar cuatro carreras en la primera entrada, cayeron con pizarra definitiva de 8×4.
La ofensiva no fue el problema, ni siquiera la hasta el momento aceptable defensa. El pitcheo puso el distintivo, con mayor énfasis en el relevo, y los verdinegros precisaron de catorce de estos hombres para sobrevivir a la subserie una vez fuera los tres abridores. Y la desproporción pesó, pues mientras la ofensiva promedió contra los yumurinos cerca de cuatro carreras por choque, los monticulistas permitieron siete en igual rango.
“Se le pudo haber ganado a Matanzas, reconoce el manager Jesús Gómez Mendoza. Íbamos por dos partidos y los tuvimos ahí (los tres, en honor a la verdad)… Todos dan el ciento por ciento; pero el pitcheo de segunda línea no respondió. Ya después del quinto o sexto inning, hasta donde nos aguanta el abridor, debemos volvernos magos”.
La situación requiere cambios, parece un hecho. Ahora, el tema con las estrategias no es tan simple: estos, y no otros, son y serán los lanzadores del team y con ellos seguirá su rumbo la manada.
“Hablamos de un pitcheo con un promedio de edad colectivo de 24 años, insiste el entrenador Adiel Palma. Este fue el grupo preparado y con ellos debemos avanzar hasta que consigan asentarse. Eso sí, reconocemos lo preocupante del asunto: en nueve juegos de pelota han fallado todos.
“Los de mejores presentaciones fueron los abridores (y frente a Matanzas permitieron 11 anotaciones, solo una sucia); pero llegan hasta el cuarto o quinto, continúa. Cuando no pasan de ahí estamos en problemas, pues lo de atrás es más inestable… Leorisbel Sánchez me ha resuelto el problema en el intermedio, por ponerte un ejemplo, ¿y después?
“Tampoco puedo traer a un cerrador para una apertura pues, ¿con quién termino el juego? Además, después de una preparación, con un volumen de lanzamientos según los roles a asumir, si hago el cambio, lo más seguro es una lesión. Por eso siempre digo: es muy difícil educar, enseñar y tener resultados, insiste. Y todos vamos en busca de resultados.
De cara a futuras salidas, el panorama se complejiza: si sufrimos contra los matanceros, el próximo oponente, Pinar del Río, viene más intenso en su empuje (y a eso añadamos su perenne condición de lazarillo para los nuestros). La lomita de los suspiros sigue teniendo la llave, y habrá que ver cuántos nos tocan de alivio o resignación.
“Saldremos a ganar, a tratar de romperle la racha, a quedarnos con al menos dos juegos del duelo, asegura Gómez. Los muchachos están bien; por supuesto, sabemos que no todos los días podremos fabricar cuatro carreras para darle ventaja al pitcheo”.
“Estamos a expensas de que el abridor nos camine al menos seis innings, siete…, sentenciaba Palma. Toca seguir trabajando con ellos, es lo que tenemos. Como se dice en buen cubano: pa´rriba del lío”.
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