Italia siempre vuelve, con aires de venganza y una contundencia pasmosa. Hace 22 años no le ganaba en un partido oficial a España, cargando en sus hombros aquella derrota 0-4 en la final de la Euro 2012, o el descalabro en la tanda de penales durante la cita continental del 2008.
El maleficio terminó en París, en el Stade de France, donde se coronará el nuevo campeón de la Euro 2016 dentro de un par de semanas, sucediendo en el trono al imperio español, desarticulado ahora por las estrategias de Antonio Conte y el despliegue de sus espartanos, perfectos en el duelo de octavos de final.
La pizarra de 2-0 tal vez no exprese del todo qué tan mejor fue Italia contra la escuadra de Vicente del Bosque, que sufrió el partido más traumático de su era, y eso que David De Gea salvó los muebles e impidió una goleada de escándalo.
A quienes se preguntaban por qué Iker Casillas fue desplazado del arco español, pues ahora tiene una respuesta bien clara. De Gea, un larguirucho con cara de niño, repelió tantos disparos que sus guantes terminaron hirviendo. Solo suya es la culpa de que España no terminara humillada, con saco de goles de vuelta a casa.
En el primer tiempo, Graziano Pellé lo puso a volar con un cabezazo ajustado al palo, mientras Eder lo exigía con dos cañonazos desde fuera del área. En uno de ellos, De Gea se comportó como un humano y dio rebote que aprovechó Chiellini para abrir el marcador.
El segundo período fue también desquiciante para los españoles, que apretaban los dientes con cada remate de Eder, Giancherini o Insigne, y además acababan frustrados al repeler todas sus oportunidades el meta Gianluigi Bufón, una de las leyendas vivientes del fútbol.
El dominio de Italia en la última media hora no fue tan avasallador, pero ningún equipo se siente más cómodo defendiendo. Ese asedio que martiriza a la mayoría de los conjuntos en el planeta, con diez hombres metidos en su propia área, los transalpinos lo dominan con una solvencia increíble, manejando la presión como maestros.
Así desesperaron a España, y la dejaron completamente en la lona en el descuento, enterrando las pocas esperanzas que flotaban sobre el Stade de France. Un contragolpe muy bien manejado dejó solo a Pellé, quien sentenció la suerte de España en la Euro.
No hubo esta vez cabezazo salvador de Ramos en el minuto 93, ni centro medido de Juanfran para que alguien rematara in extremis el empate. Los ibéricos mutilaron así sus sueños de hegemonía continental e Italia ganó, en plenitud, para que a nadie se le ocurra desestimar su candidatura al ahora desierto trono europeo.
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