El doble monarca olímpico Robeisy Ramírez fue recibido por muchos seguidores en su natal Ciudad Electronuclear, cruzando la bahía de Cienfuegos
CIENFUEGOS.—Lo esperaban desde el mediodía: sol, calor y falsas alarmas mediante. La comunidad de la Ciudad Electronuclear (CEN) de Cienfuegos solo necesitaba a su niño prodigio para retomar la fiesta iniciada el sábado anterior; al reactor que liberó una reacción en cadena solo contenida por la ausencia del héroe, el ídolo, el bicampeón olímpico de boxeo Robeisy Ramírez. Y el campanazo sonó el martes en la tarde noche.
Lo avistaron a cuadras, sobre un jeep descapotable, precedido por la conga de los Moros Azules y su pegajoso despliegue de tambores y trompetas. Lo acompañaban sus padres, el subcampeón olímpico Lorenzo Aragón y el inolvidable Fermín, su primer entrenador. Copados los balcones y las aceras, todos encontraron la forma de demostrarle cariño. Le fue difícil abrirse paso; pero consiguió subir las escaleras y salvar los pendientes: el abrazo a sus abuelos, a su hermana, a sus sobrinos.
Cuando la exaltación bajó un poquito los niveles, el audio local reprodujo el anuncio de su victoria en Río 2016. Se escucharon las notas del Himno Nacional y otra vez se emocionó el muchacho de casa, mientras la conga lo aupaba y el auditorio gritaba su nombre. Lo agasajaron las principales autoridades del Partido en la provincia, funcionarios y directivos de distintas organizaciones políticas y de masas, y el público cerraba la entrega con los aplausos. Esperaban sus palabras y reaccionó, todavía un tanto apenado.
“Primero, darle las gracias a todas las personas que han estado hasta estas horas esperando por mí. Gracias por tanto apoyo. Desde que estaba en Río compitiendo, aún sin obtener medallas, dije que quería que el recibimiento fuera aquí: como todos saben, quiero mucho a mi provincia, Cienfuegos; pero de forma más especial a este pequeño pueblo, a la CEN… Y nada, esta medalla va por todos ustedes: estoy aquí con ustedes para lo que sea”.
Otra vez corearon su nombre y se despejaron las formalidades. “Nadie baila como yo, nadie goza como yo”, el estribillo de Alexander Abreu, fue lema de la ya bien entrada noche. Siguió la fiesta en la CEN mientras el campeón hacía un alto momentáneo en casa: “mañana será día de fotos, de saludos y besos con todo el mundo; ahora necesito descansar. Y si bajo otra vez las escaleras, no creo que pueda volver a subir”. (Tomado del periódico 5 de Septiembre)
Nenhum comentário:
Postar um comentário