segunda-feira, 15 de agosto de 2016

ISMAEL BORRERO

La medalla de oro olímpica, es toda de mi mamá

El grequista Ismael Borrero (59kg) ganó la primera medalla de oro para Cuba en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro


RÍO DE JANEIRO.— Por la indómita e indoblegable Santiago de Cuba llegó la primera medalla de oro de la Mayor de las Antillas en los XXXI Juegos Olímpicos. Parafraseando al poeta, nos asombréis de nada, es Ismael Borrero el que estrenó a su país en el casillero dorado del listado de preseas, al vencer en los 59 kilogramos de la lucha grecorromana.
Pudiéramos llenar cuartillas de una jornada en la que este jovencito de 24 años se comportó como un consagrado, como si estuviera cansado de ir a unos Juegos Olímpicos. Se le vio tranquilo en el colchón, seguro y con esa misma convincente actitud resolvió por superioridad técnica, ante de los seis minutos reglamentarios el trofeo más preciado para un deportista. Pero es mejor que sea Ismael quien les hable.
“Estaba seguro de mi preparación, de lo hecho en los entrenamientos, el resto fue ponerlo ante cada rival”, comentó el mismo muchacho que salió del encerado de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 sin medallas tras perder con el norteño Spenser Mango, contrariado e inconforme para decirnos con una temprana madurez que justo allí nació el título que hoy aplaudimos.
“Yo le debo esta medalla a aquel resultado en la lid continental, aprendí que todo es paso a paso, que no debe violarse nada ni en la preparación ni en un plan táctico de combate. Salí a comerme el mundo después de aquella derrota, me propuse revertir aquel revés”.
¿Te sientes satisfecho, saldaste esa deuda?
“Gane el Campeonato Mundial tras ese episodio en Toronto y ahora aquí me voy con la medalla de oro que todo atleta anhela, pero aún no está resuelto lo de los Panamericanos. En la próxima lid de ese tipo, en el 2019, cuando gane, habré saldado la deuda”.
Fuerte, veloz y siempre proponiendo el ritmo de la pelea, fue despedazando uno a uno a sus rivales, primero Arsen Eraliev, de Kirguistán (6-3); luego al chino Lumin Wang, por superioridad técnica; después al uzbeko Elmurat Tasmurado (4-1) y cerró con otro 8-0 de superioridad para coronar una velada en la cual nunca estuvo debajo.
“Todos son excelentes gladiadores, pero el uzbeko era el hombre más difícil. Me había derrotado en septiembre del 2014 por superioridad técnica, siempre me cuidé, le seguí cada gesto, cada movimiento defensivo y pude sacar un estrategia victoriosa que me abrió las puertas al podio”.
¿Esperabas al japonés Ota en la final?
“Yo me sentía seguro, pero sí, pocos lo esperaban a él. El azerí a quien vencí en la final del mundial de Las Vegas, estaba en la otra llave del organigrama y pudo ser la final, pero no consiguió avanzar”.
A la ofensiva empleó los alones de brazo y los volteos, con los cuales llevó puntos a la pizarra. Y también con los empujones, que ocasionaron en los adversarios mucho desgaste físico. Hizo gala de una gran defensa con elementos de giro y apoyo en sus brazos cuando estuvo en cuatro puntos, que no solo le permitieron que no le marcaran, sino que además logró escapar del suelo en dos ocasiones.
¿Qué se piensa durante tres horas, esperando la final?
“Nada, solo descanso y al salir me concentro otra vez en el trabajo, no hay tiempo para pensar”.
¿Ahora que viene?
“Vacaciones”.
¿Y después?
“Volver al colchón, a trabajar otra medalla”.
¿Te presionó el hecho de que la delegación no había subido a lo más alto del podio?
“Para nada, solo necesitaba concentrarme y así lo hice”.
¿Qué esperas de tu equipo y de Mijaín, que sale mañana?
“Muchas cosas buenas y de Mijaín, él es el mejor del mundo, si yo pude, qué no podrá hacer él”.
Ismael parecía tras el triunfo o al concluir la ceremonia de premiación que no era el campeón olímpico, se le veía sonreír con timidez, sin dar saltos, sin tirarse al colchón, sin llorar. ¿Será que no siente ni padece? Nada de eso. Él, quien no salió de un colchón de lucha para escribir esta historia, sino que vino de las plataformas de las palanquetas de las pesas, dijo que “para su Santiago es esta victoria, para Fidel, a quien todos los días hay que hacerle un homenaje. Y para alguien muy especial por la cual estoy aquí y es mi razón de ser, la medalla de oro olímpica es toda de mi mamá”.











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