“En el mundo moderno, lleno de poderosas posibilidades que al mismo tiempo amenazan con peligrosas decadencias, el Olimpismo puede constituir una escuela de nobleza y pureza morales, tanto como de resistencia y energía físicas, a condición de que elevéis siempre vuestra idea del honor y del desinterés hasta la altura de vuestro vigor muscular”.
Así lo afirmó Pierre de Coubertin, a quien los Juegos Olímpicos le deben su restauración en la era moderna. En menos de 20 días, ese honor será la sombrilla de la trigésimo primera edición de esas citas en la bella ciudad de Río de Janeiro, merecedora de ser la primera sudamericana en hospedar el mayor concierto mundial del deporte.
Y aunque Coubertin también dijo que “lo importante no es ganar, sino competir”, todos los atletas ven su realización en un podio en las exigentes competiciones presididas por los icónicos cinco aros. Pero antes de las lides en suelo carioca, entre el 5 y el 21 del venidero mes, hay otras que intentan emular con la Pitia, sacerdotisa de Apolo, que daba los oráculos (pronósticos o predicción) en el templo de Delfos, en la antigua Grecia.
Como suele suceder en los prolegómenos de todas estas reuniones del músculo, no son pocas las entidades que ya han definido cómo quedaría el medallero de la justa brasileña.
Si nos guiamos por la empresa holandesa Infostrada Sports, Estados Unidos encabezaría la tabla de medallas, seguido de China, Rusia, Francia, Alemania, Australia, Gran Bretaña, Brasil, Nueva Zelanda y Hungría, para los diez primeros. Según esta agencia, Usain Bolt no ganaría en los 100 metros, pues lo vencería el estadounidense Justin Gatlin. En favor del jamaicano, esa propia organización, previó hace cuatro años que los británicos llegarían a 19 de oro, pero se quedó diez por debajo, aunque sí estuvo certera en el total de aquella sede, pues afirmó que terminaría con 65 y en total fueron 67.
Infostrada no contempla a Cuba entre los 15 vanguardistas de la lista.
Docudeportes.es da el mismo trío puntero, incluye a Japón en el cuarto y a Sudcorea en el noveno y saca de la decena de lujo a Hungría y a Brasil. Al anfitrión lo ubica en el 18 con cuatro doradas, cinco de plata y ocho de bronce, mientras a la Mayor de las Antillas, la sitúa en el 13 (7-5-4).
La organización de economistas PwC, cuyo primer elemento para la profecía es el tamaño de las economías (medido por el PIB con base en tasas de cambio de la paridad del poder adquisitivo), excluye también a brasileños y húngaros del segmento de los diez primeros y también lo hace con Nueva Zelanda, en favor de Italia. Para ella, Brasil es oncena y Cuba anclaría en el 16, sin aportar el color de las medallas, solo que los locales acumularían 25 premios y los cubanos 16.
Más allá de la escaramuza de una bola de cristal, los Juegos Olímpicos están bajo un manto místico que ha visto ensombrecerse a verdaderas luminarias del universo atlético y despertado a estrellas que dormían en un sueño irrealizable para muchos. Para Cuba, claro que se trata de un enorme reto y la magnitud la da su propia historia. Ningún país del tercer mundo aparece con más de 70 lauros dorados en un escenario de tanto abolengo y ninguno ha sido capaz de mantenerse entre los primeros 20 de más resultados.
No estamos ni en Delfos ni convocados por Apolo, estamos en Cuba demandados por un pueblo que no solo es el destinatario de los logros en el deporte y en cualquier otra esfera, sino que es también su máximo protagonista y el que ha hecho posible que hoy muchos de estos estudios cuenten a esta geografía rebelde entre sus cálculos.
Prefiero hablar de propósitos y no de pronósticos. Los primeros son lo que nos han encumbrado, los que nos hacen vivir el orgullo de ser aún un referente deportivo. Si hoy se piensa en la delegación cubana a Río de Janeiro como una de las animadoras de la reunión multideportiva es porque ha mantenido sus potencialidades con esfuerzo, tenacidad y fe en la victoria; si hoy Cuba puede aspirar a estar entre los 15 primeros, incluso con fuerzas para más, es porque no ha dejado de hacer por el deporte, pese a enfrentarse a escollos más serios que los rivales que encuentra en el escenario competitivo.
Los deportistas de la Mayor de las Antillas llegarán a la capital mundial del deporte en este 2016 no solo en busca de un sueño, sino en pos de reeditar y vivir lo que tanta gloria le ha dado a este pequeño país en la historia olímpica.
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