sexta-feira, 19 de agosto de 2016

CUANDO EL RÍO SUENA

Jerarquizar la prioridad

Si va­mos a as­pirar a un alto resultado, boxeo, ju­do, lu­cha y taekwondo, requieren un respaldo ma­yor que el resto en el aseguramiento de su preparación

La lucha greco cumplió un rol protagónico entre los deportes de combate. Foto: Ricardo López Hevia, enviado especial
RÍO DE JANEIRO.—Cuba trajo a los XXXI Juegos Olímpicos 124 atletas en 18 disciplinas de­portivas y se­rá medallista en atletismo (en el cual al menos podrían ser dos pues esperamos a Yarisley Silva en la pértiga hoy), en lucha, ju­do, bo­xeo y es alta la probabilidad de que el cam­peón mundial del 2013 y bronce en el 2015 de taekwondo, Rafael Alba, también lo sea.
Desde que se preparaba esta co­mitiva, la fuerza estaba en esos de­portes de combates. Cu­ba no hizo na­da distinto al resto de las naciones, incluso aquellas que tienen todo el dinero del mundo, pues hasta los po­derosos han concentrado el llenado de sus alforjas en tres disciplinas como máximo.
Por ejemplo, si analizamos el me­dallero sin incluir los resultados de ayer, salta a la vista que so­lo seis países habían podido llegar a diez o más títulos. ¿Y cómo lo han hecho? Pues la superpotencia estadounidense, obtuvo 30 en ocho de­por­­tes, pero con uno solo, la natación alcanzó más del 50 %, y si se le suma el atletismo, llega al 70 %.
Otro tanto ocurre con Gran Bre­taña, ganadora hasta ese entonces de 19 diademas en ocho disciplinas, pero únicamente con el ciclismo de pista consiguió el 32 %. Lo de China es pareci­do, con las mismas 19 que la comitiva británica, lo­gró en dos disciplinas clavados (cinco) y levantamiento de pesas (cinco), el 53 % de su botín y si le agregáramos las cuatro del tenis de mesa, en­tonces el peso de esas tres modalidades en el to­tal de victorias serían del 74 %.
De las 12 de oro de Rusia, cuatro son en la es­gri­ma para un 33 % de esa cosecha aurea; Japón de las diez preseas de primer lugar, en dos ma­nifestaciones, judo (tres) y lucha fe­menina (tres), totaliza el 60 %. Ale­mania es de los que tienen más de una decena de coronas, la excepción, porque de lo contrario no existiría la regla. La co­mi­ti­va germana ha diversificado en siete expresiones atlé­ticas sus 13 presencias en lo más alto del po­dio.
Y si vamos a los totales, bastaría solo escudriñar el del dueño del “pen­thouse” de la tabla de medallas. Estados Unidos compilaba, como he­mos dicho, sin los resultados de ayer, 93 lauros, distribuidos en 17 de­portes. No hay dudas que estamos hablando de la gran superpotencia, pe­ro este gigante se concentra en dos disciplinas, no más: natación (33 medallas o lo que es lo mis­mo, el 35 %) y atletismo (20 para un 22 %). Si su­­mamos a ambas, arrojaría el 56 %.
No estoy negando que Cuba haya llegado aquí con disciplinas en las que sabíamos que no teníamos ni las más remotas probabilidades. La participación es un derecho cuando se obtiene la clasificación y el movimiento deportivo cubano no solo lo ha respetado, sino que lo respalda.
Sin embargo, creo que en las etapas previas, ya sea en el año olímpico o el anterior, incluso desde que se vislumbra la perspectiva, debe existir co­rrespondencia entre el aseguramiento en la preparación de los de­portes y las exigencias que algunos de estos tienen de cara al medallero del país.
Es cierto que los sistemas de clasificación olímpica son complejos y requieren de asistir continuamente a distantes escenarios de competencias, lo cual significa grandes erogaciones. Mas en materia de estrategia, de preparar un resultado a un nivel como el que encontramos aquí, se re­quiere de esas lides.
Conocemos que la lucha estuvo en Ale­ma­nia, en la liga de ese país, e hizo un gran trabajo cu­yos ecos lo hemos visto acá; el boxeo, del que se esperaba más, ha tenido un año pletórico de preparación, incluso con el test competitivo que significa su participación en la Serie Mundial. Sí pen­samos que el judo, también por debajo en Río, necesita más concurrencia en los certámenes clasificatorios de cara a los Juegos y lo mis­mo pasa con el taekwondo, en el cual las posibilidades de podios hubieran crecido significativamente de contar con los talentos que no pudieron llegar a esta reunión carioca, por escasas apa­riciones competitivas.
De las 75 preseas doradas que la Mayor de las Antillas ha conquistado en la historia de estas citas, 51 es­tán repartidas entre esos deportes de combate. Es decir, el 68 %, con un peso muy alto en el boxeo de 35 triun­fos. Y del total, 134 de las 218, corresponden a esas disciplinas.
Si asumimos, como esperamos y deseamos, a Yarisley Silva en la premiación de la pértiga; a Ra­fael Alba en el taekwondo, y a los luchadores de li­bre Reinieri Salas, Yowlys Bonne y Liván López, la cantidad de preseas sería de 16, de ellas 14 en las mencionadas modalidades de combate. O lo que es lo mismo, 88 % de peso en el resultado olímpico.
Sabemos que el Inder como organismo rector de la cultura física y el deporte priorizó estas disciplinas, so­lo que debe insistirse en ello, tal vez en la línea de que esas prioridades pueden alcanzar una jerarquización. En otras palabras, si va­mos a as­pirar a un alto resultado, boxeo, ju­do, lu­cha y taekwondo, requieren un respaldo ma­yor que el resto en el aseguramiento de su preparación que le permita expresar en toda su potencialidad la fuerza de esas disciplinas y multiplicar el saldo de Río. De esa manera se estarían optimizando los pocos recursos con que contamos y preservando, como has­ta hoy, la osadía de ser una de las po­tencias deportivas del planeta.

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