quinta-feira, 18 de agosto de 2016

Un alto en el camino para la ofensiva final

Los tres últimos días del programa competitivo en Río podrían permitir a los cubanos ascender, en lo que pudiera bautizarse como la ofensiva final

Yowlys Bonne es uno de los aspirantes al podio de la lucha libre cubana. Foto: Ricardo López Hevia
RÍO DE JANEIRO.—A los XXXI Juegos Olímpicos les van quedando horas y no solo el cubano, sino todos los pabellones nacionales comienzan a sacar sus últimas cuentas para saber si la ecuación conduce al resultado propuesto, sin importar si algún valor inicial fue sustituido por otro. El asunto es que la cuenta no caiga en números rojos.
Ayer la delegación cubana cumplió un programa en el cual no aparecía ningún evento que tuviera finales, algo así como un alto en el camino. Por lo tanto, no tuvo oportunidades de escalar en el medallero y serán básicamente los tres últimos días del programa competitivo los que le permitirán ascender, en lo que pudiera bautizarse como la ofensiva final.
El boxeo, disciplina que ha entregado el mayor número de medallas de oro a Cuba en citas estivales, presenta a tres firmes candidatos para adjudicarse el máximo pergamino desde este jueves. Los puños de Julio César la Cruz (81 kilogramos), Robeisy Ramírez (56) y Arlen López (75), cuentan con la suficiente calidad y maestría para doblegar a sus adversarios, respaldados por sus brillantes trayectorias sobre los cuadriláteros nacionales e internacionales.
Desde el viernes 19, dos de los más serios aspirantes a la ceremonia de premiaciones de la lucha libre, Yowlys Bonne (57 kilogramos) y Liván Ló­pez (74), se enrolarán en el escabroso camino de las diademas en el colchón de la sala Carioca 2, donde sus compañeros de la grecorromana sacaron dos de oro y una de plata y la distinción de mejor país en el medallero de esa especialidad.
Ese mismo día Cuba entera agarrará e im­pulsará a la corajuda Yarisley Silva en el salto con pértiga, en una final que, si bien ya no tiene el escollo de la local Fabiana Murer, in­creí­ble y sorpresivamente insuficiente sobre las alturas de la clasificación, será una lid en extremo compleja.
La estadounidense Sandi Mo­rris, líder de la temporada con 4,93 metros, logrados hace menos de un mes, pone un valladar ante sus rivales, lo mismo que el 4,90 de la griega Ekaterini Stefanidi, también de este propio año, en el que la pinareña posee registro de 4,84. Tampoco se puede descartar a la experimentada Jennifer Suhr, de Estados Unidos.
Si Robeisy y Arlen cruzaran el difícil pasillo de semifinales, angosto por la presencia del subcampeón mundial uzbeko Murodjon Akh­madaliev en la senda del primero, y del menos laureado azerí Kamran Shakhsuvarly, en la del segundo, pues el pugilismo estaría el sábado 20 optando por dos trofeos de campeones. La jornada sabatina tendrá otra empinada ruta para el gladiador de los 86, Reinieri Salas.
La agenda de la penúltima fecha de estos Juegos se completa con la aparición en el taekwondo del “Ja­ckie Chan cubano”, Rafael Al­ba. Para él la justa olímpica tiene doble importancia, primero, alcanzar uno de los metales que se pondrán en disputa en la división de los 80 kilogramos, y segundo, ser el único representante de un deporte que desde que debutó en el pro­grama de competencias bajo los cinco aros —Sydney 2000—, ha tenido a la isla caribeña en el cuadro de me­da­llistas. Como el resto de los concursantes, Alba transitará por un engorroso recorrido persiguiendo la gloria.
Y el 21, el cierre olímpico de Río de Janeiro ese domingo correría a cargo de los luchadores de sendero más abrupto en el colchón de competencia. Alejandro Enrique Valdés (65) y Javier Cortina (97) van a una ardua y escabrosa lid en pos del mayor anhelo para un deportista.
Por supuesto que no son estas las únicas actuaciones de la Mayor de las Antillas en el epílogo de estos Juegos, sin embargo, sí son las de más oportunidades para abordar la fortaleza en que se ha convertido la tabla de medallas para las naciones más pequeñas o simplemente para las que habitan en el sur. Las muchachas y muchachos del atletismo, del pentatlón moderno y del canotaje estarán dando lo mejor de sí en pos de una corona que hoy, hablando con los pies en la tierra, no está a su alcance, pero por la que no se deja de luchar.
Si alguien tuvo la agudeza de sacar cuentas, debió llegar al siguiente re­sultado: son cuatro días y 11 posibilidades de impactar la lista de preseas. Si me preguntaran mi opinión sobre estos últimos días, justo en la antesala de este complicado final, diría que la comitiva cubana tiene potencialidades para un remate a lo Usain Bolt, pero jamás afirmaría o daría por seguro que se convertiría en el mítico jamaicano. De hacerlo no solo caeríamos en una superficialidad, más que eso, le restaríamos valor al más encumbrado escenario del deporte mundial y, lo que es aún peor, minimizaríamos el esfuerzo y la entereza que cada uno de los 124 atletas cubanos ha puesto sobre las canchas de Río de Janeiro.

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